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El caso de Timothy Ray Brown, mundialmente conocido como el "Paciente de Berlín", indudablemente fue un golpe de suerte. Esta historia ni es nueva, puesto que desde el 2008, cuando todo comenzó, se empezó a dar a conocer. Hoy en día sigue sirviendo como impulso para el avance en las investigaciones en pro de encontrar la forma de erradicar el VIH.

A un hombre de 40 años con VIH y leucemia se le realizó un trasplante de células madre de la médula ósea de una persona que tenía una doble mutación en un gen llamado delta 32. Tener esta doble mutación significa que esa persona carece de un receptor celular llamado CCR5. No tener receptores CCR5 quiere decir que en la superficie de la célula falta una de las proteínas que el VIH usa para entrar en ella e infectarla.


Poseer una doble mutación en el gen delta 32 del CCR5 no es una enfermedad sino una característica genética que, de forma natural, se consigue cuando se han heredado del padre y de la madre sendas mutaciones en dicho gen. Se calcula que, en el norte de Europa —donde más personas hay con esta característica—, un 10% de la población no desarrollará la infección aunque esté repetidamente en contacto con el virus.

La persona en cuestión, llamada desde entonces ‘el paciente de Berlín’, logró eliminar el VIH tras el trasplante, puesto que las células de su nuevo sistema inmunitario, al no tener CCR5, hicieron inviable la propagación de la infección.

Más de tres años curado
El hallazgo fue presentado en febrero de 2008 durante la XV Conferencia sobre Retrovirus e infecciones Oportunistas (CROI 2008, abstract 719: Hütter, et al). Desde entonces, este hombre sigue sin leucemia y sin VIH. Y no sólo en el torrente sanguíneo tiene cero copias del virus. No se ha encontrado rastro de él en ninguno de los tejidos examinados durante estos más de tres años de investigación (sistema nervioso central, aparato digestivo, etc.). Pese a que se trata de un formidable avance científico, el trasplante, de entrada, no sería aplicable a todo el mundo, por los riesgos que entraña esta estrategia terapéutica y por su elevado coste. Pero sí se puede, y se debe, aprender mucho de ello.


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